Un oasis de tranquilidad ?suena a anuncio publicitario. Sin embargo esta etiqueta manida define a la perfección el antiguo cementerio de Johannisfriedhof. Es una zona verde situada detrás del Museo Grassi donde nadie grita, ni juega a la pelota, ni corre de aquí para allá, ni está en ajetreo. No, bajo los grandes árboles y entre las viejas piedras uno marcha a paso lento, es observado o descansa en un banco. Al fin y al cabo sigue siendo un cementerio.
Los muros y los portones de entrada contribuyen a crear la atmósfera especial del viejo cementerio. Estos portones, por los que se entra en el oasis de tranquilidad (o se sale), permanecen cerrados por la noche, lo que en el caso de Leipzig no ocurre en las zonas verdes, pero sí en los cementerios.
Los precios que las tumbas y cruces de este camposanto metropolitano tenían en 1828 están registrados en la obra “Leipzig: documentos e imágenes para la historia contemporánea”. Dos muestras: para poder erigir un monumento había que pagar 50 táleros de la época (una antigua moneda de plata alemana); estos eran 4 para levantar una cruz de hierro sobre la tumba. Entre otros complementos estaban además permitidas las cruces de madera, así como las rejas de hierro y madera.
Traducido y adaptado por María González de León